El mercado de criptos en los Estados Unidos goza de buena salud. Por lo menos eso parece. Los conocedores de criptomonedas, y aquéllos que no lo son tanto, quieren una parte del pastel.
Sobre todo, después de la gigantesca subida que experimentó Bitcoin a finales del año pasado, donde llegó a la espectacular cifra de US$ 20.000 por moneda. Imagino el brillo en los ojos de quienes pudieron aprovechar semejante subida.
Y es ese, precisamente, el problema al que se han visto enfrentado los bancos en Norteamérica, y alrededor del mundo. Muchos de los tarjetahabientes de los principales bancos del país han estado usando el disponible de los plásticos para abastecerse de tantas criptomonedas como fuera posible, con la esperanza de que se repita en un lapso de tiempo no muy largo otra remontada del Bitcoin, y ver su dinero multiplicarse significativamente.
Siendo como son las criptomonedas un producto perteneciente a “un riesgoso y no regulado mercado”, los bancos han actuado “en favor de la protección de los activos de sus clientes”, previendo que las inversiones de los mismos no den los frutos esperados y todo ese dinero vaya a parar al caño, con la consiguiente carga de deuda pendiente que podría dejar en el camino.
Comenzando febrero, JP Morgan Chase & Co., Bank of America Corp. y Citigroup Inc. detuvieron las compras de Bitcoin y otras criptomonedas con sus tarjetas de crédito. JPMorgan, al promulgar la prohibición el sábado 3, “no quiere el riesgo de crédito asociado con las transacciones”, dijo a nombre del banco Mary Jane Rogers, directora de comunicaciones.
Bank of America comenzó a rechazar transacciones de tarjetas de crédito con plataformas cripto el viernes 2. La política se aplicó a todas las tarjetas de crédito personales y comerciales, sin afectar las tarjetas de débito, según Betty Riess, portavoz de la compañía.
A última hora de ese mismo día, Citigroup dijo que también detendría las compras de criptomonedas en sus tarjetas de crédito. “Continuaremos revisando nuestra política a medida que este mercado evolucione”, declaró la vocera de Citi, Jennifer Bombardier.
El Toronto-Dominion Bank (TD Bank) se sumó a la prohibición el viernes 23, como resultado de las acciones previas de los demás bancos.
En un comunicado enviado por correo electrónico ese día, la institución informó:
“En TD, evaluamos regularmente nuestras políticas y medidas de seguridad, para servir y proteger a nuestros clientes, así como también al banco”.
Por otro lado, los fraudes
¿Realmente se preocupan tanto los bancos por las personas que se endeudan con sus tarjetas de crédito? Probablemente no. Hay muchos que gastan demasiado, como los jugadores empedernidos, con múltiples tarjetas de crédito agotadas y grandes deudas con sus respectivos bancos.
No hay un gran interés en prohibir las empresas de apuestas deportivas o los casinos, a pesar de las pérdidas de apuestas globales que suman un estimado de 400 mil millones el año pasado.
La verdad es que las tarjetas de crédito son el método de pago más propenso a fraudes del planeta, siendo éste un problema en continuo crecimiento, y los emisores de tarjetas de crédito no quieren abordarlo. En 2017, el 78% de todos los fraudes en línea reportados involucraron números de tarjetas de crédito.
Los conocedores de la industria han informado enormes picos en los casos de fraude relacionados con criptomonedas. Los servicios de criptomonedas son un objetivo para los estafadores debido a su naturaleza, en gran parte, imposible de rastrear.
Algunos bancos simplemente han optado por clasificar las transacciones de criptomonedas como un avance de efectivo, en lugar de la compra de un bien o servicio. Esto les permite cobrar tarifas más altas y recuperar ingresos absorbidos por los altos costos de administración de transacciones en disputa por los servicios de criptomonedas.
Otros han optado por continuar permitiendo transferencias bancarias y el uso de tarjetas de débito para las compras de monedas digitales, debido a que son mucho menos riesgosos que perforar los límites de la tarjeta de crédito y la deuda.
En pocas palabras, el número de la tarjeta de crédito es una tecnología antigua e insegura que lucha para proteger a sus millones de usuarios contra el fraude. Los bancos resuelven este problema recargando a los comerciantes tan pronto como surge una disputa, que es un ejercicio costoso para ambas partes.
Es de esperar que en el futuro los niveles de cifrado sean mejores que el proporcionado por un número de 16 dígitos para la protección de nuestro sistema de pagos global.
¿Es la prohibición realmente un problema para el ecosistema de las criptos? Definitivamente no.
Hasta que se construyan las salvaguardas necesarias y prácticas estándar para proteger a los inversores vulnerables de estafas y negligencias, impedir la compra de tokens o monedas altamente especulativas a crédito es algo absolutamente positivo.