¿Le gustaría invertir en algo que, de un día para otro, aumentara su valor en decenas de puntos porcentuales, dejándole un diferencial de ganancia importante, por decir lo menos? Seguro que si, eso seria el sueño dorado de cualquier inversionista.
El problema se presenta cuando ese “algo” sufre importantes variaciones en su valor hacia el alza, o la baja, en períodos relativamente cortos de tiempo, lo cual se denomina “volatilidad”. Y en el mundo de las inversiones, sean digitales o no, la volatilidad tiene mucho que ver.
Cuando Ud. pone su dinero en la bolsa comprando acciones de empresas privadas, bonos de deuda pública del gobierno, y otros títulos, dicho movimiento bursátil genera actividad financiera, se pagan comisiones, encajes, impuestos, existe una regulación.
Por supuesto, existe un riesgo como en toda inversión, pero a diferencia de la inversión en criptomonedas, detrás de las acciones y de los bonos que ha comprado existe un gobierno, una empresa, un plan de negocios, un respaldo, una infraestructura y una legislación que le proporcionan algo fundamental: disponer de un marco de estabilidad (legal) que le permiten participar con confianza y, en algunos casos, hasta recuperarse de posiciones desventajosas.
El mundo de las criptomonedas es todavía un terreno agreste, y digo todavía porque ya se asoman los primeros intentos de legislar y controlar de alguna manera el sector, y hasta empresas como la Eastman Kodak Company lanzan la suya (Kodakcoin) en un intento de montarse en el tren. Telegram también viene por su parte del pastel.
Cuando hablamos de moneda las mismas tienen dos finalidades principales: o se utilizan para intercambio (de bienes y servicios), o se utilizan para atesorar valor.
Lo peor que le puede pasar a una moneda es tener precisamente esa volatilidad que caracteriza al sector de las criptomonedas, entonces, desde el punto de vista funcional, para lo último que pueden servir es para hacer transacciones, y tampoco servirían para refugio de valor. En ese sentido estamos invirtiendo en “nada”, en aire. Ahora saben de donde sale el nombre “Ethereum”, una de las más de mil criptomonedas existentes hasta hoy.
De modo que, antes de hacer su movimiento, seria conveniente tener en cuenta los siguientes puntos:
- El riesgo de pérdida total de la inversión es muy alto. Las inversiones en criptomonedas no están protegidas por ningún mecanismo parecido al que protege el efectivo, o los valores depositados en instituciones de crédito, o empresas de servicios de inversión. Esto, sumado a su carácter altamente especulativo, hace que el riesgo de pérdida total sea muy elevado.
- No está regulado. El fraude, blanqueo de capitales, y las estafas de esquemas piramidales se encuentran entre los ilícitos financieros relacionados recientemente con el trading de criptomonedas, lo cual lo convierte en un campo bastante vulnerable.
- Información inadecuada o incompleta. Generalmente el lenguaje utilizado en las plataformas de intercambio suele ser de carácter técnico y, algunas veces, poco claro, por lo que se dificulta conocer a ciencia cierta los riesgos que se asumirían con la inversión, y la misma podría resultar inapropiada según las necesidades y el perfil de riesgo de los clientes.
Ya lo dijo el gurú de las inversiones Warren Buffet, “en términos de criptomonedas, generalmente puedo decir, con casi total certeza, que tendrán un mal final.” Y Warren Buffet pocas veces se equivoca.